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  • Foto del escritorCasa Xenoveva

Galicia Terra Meiga. Mitos y leyendas



Galicia es famosa por ser un lugar diferente, un espacio con una energía única que se puede sentir una vez entras en su territorio. Una energía que muchos asocian con la muerte y con lo que nos espera cuando la alcancemos. Pero aunque esta sea la mayor protagonista de los grandes mitos y leyendas gallegas, también existen múltiples historias sobre criaturas extrañas y sucesos inexplicables sucedidas bajo las capas de niebla que envuelven los montes y las localidades gallegas. De hecho, como podremos ver a continuación en algunos ejemplos, la muerte a veces no es el peor castigo que puede recibir alguien, si no que se puede convertir en su mayor deseo, ya que muchas de estas historias tratan sobre almas que están condenadas a vagar eternamente por tierras gallegas.



1. La Santa Compaña


Ilustración de la Santa Compaña

También llamada Procesión de Ánimas, esta leyenda que se encuentra entre el mito y la realidad ha sido durante siglos uno de los temores más propagados por Galicia. La Santa Compaña ha llenado de miedo a niños y pastores durante la noche, cuándo, según la leyenda fantasmas encapuchados te podrían acompañar. ¿Su función? Avisarte de una futura muerte. Esta leyenda tiene origen en la Edad Media donde ya se nombraba la aparición de un grupo de muertos (o almas perdidas) que vagaban en la noche a lomos de caballos, vestidos de exploradores o acompañados por perros rastreadores.


La Santa Compaña son esos muertos en busca de vivos o esa mala compañía ávida de cuerpecillos a los que aterrorizar, torturar y convertir, es sin lugar a dudas, la aparición más temida y terrorífica en tierras gallegas. Aunque el aspecto de la Compaña varía según la tradición de diferentes zonas, la versión más extendida afirma que está formado por una comitiva de almas en pena vestidas con túnicas negras con capucha que vagan durante la noche.

Esta procesión de ánimas forma dos hileras, van envueltas en sudarios y con los pies descalzos. Cada fantasma lleva una vela encendida y su paso deja un olor a cera en el aire. Al frente de esta compañía fantasmal se encuentra un espectro mayor llamado Estadea. La procesión va encabezada por un vivo (mortal) portando una cruz y un caldero de agua bendita seguido por las ánimas con velas encendidas, no siempre visibles, percibiéndose su presencia en el olor a cera y el viento que se levanta a su paso.


Esta persona viva que precede a la procesión puede ser hombre o mujer, dependiendo de si el patrón de la parroquia es un santo o una santa. También se cree que quien realiza esa "función" no recuerda durante el día lo ocurrido en el transcurso de la noche, y únicamente se podrá reconocer a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz será más intensa y cada día su palidez irá en aumento. No les permiten descansar ninguna noche, por lo que su salud se va debilitando hasta enfermar sin que nadie sepa las causas de tan misterioso mal. De esta forma, están condenados a vagar noche tras noche hasta que mueran u otro incauto sea sorprendido (al cual el que encabeza la procesión le deberá pasar la cruz que porta).


2. La Entrada al Inframundo o Burato do Inferno


Burato do Inferno foto:nauticalnewstoday.com

Como ya hemos mencionado en otros artículos, en Galicia se encuentra el Fin del Mundo, pero en ningún momento habíamos mencionado que en nuestra tierra también se encuentra la puerta del mismísimo Infierno, un lugar vigilado según cuenta la leyenda por un toro de cuernos de oro que protege la entrada al mundo de los muertos.


O Burato do Inferno es el pozo más profundo de la provincia de Pontevedra, con unos 80 metros de profundidad este lugar tan peculiar se encuentra en la isla de Ons.


3. La sirena gallega


Monumento a la Maruxaina foto:minube.com

En la bella localidad marinera de San Cibrao, en el concello de Cervo, se levanta el monumento a la Maruxaina, una sirena que dicen que habita en las Islas Farallons, frente a la localidad. Se trata de una escultura en bronce de una ninfa marina con cuerpo de mujer y cola de pez que se encuentra sobre unas rocas de la playa de O Tormo, y que cuando sube la marea parece una figura viva que nada en las frías aguas gallegas. Cuenta la leyenda que la sirena tiene como afán vigilar el mar y a los marineros. Algunos días tempestuosos de invierno y otros momentos de lluvia y viento se muestra majestuosa, ora como hermosa doncella que con sus cantos atrae y seduce a los marineros para hacerlos embarrancar, ora como una vieja fea y sabia dispuesta a salvarlos de las garras del mar embravecido. Esto crea discusiones entre los habitantes del pueblo, teniendo la Maruxaina detractores y defensores.

En su honor se celebran unas fiestas en el mes agosto, que están declaradas de Interés Turístico Gallego, donde se escenifica esta leyenda y las costumbres de los antiguos marineros. En ellas se captura a la Maruxaina y frente la Casa del Mar se la enjuicia.


4. La sombra de la Catedral


La sombra del peregrino foto: La Voz de Galicia

En plaza de la Quintana, cuando el sol ya no alumbra, aparece una de las imágenes más fotografiadas de Santiago. Cuenta la historia que hay una sombra que acompaña al peregrino durante el largo trayecto del Camino de Santiago. Siente su presencia durante los tramos más duros pero tan solo hay un lugar donde el caminante se encuentra con ella: en la plaza de A Quintana. La «Sombra del Peregrino», quizás la leyenda con más eco de las que conservan en Compostela, se ha convertido en los últimos años en una de las imágenes más icónicas y fotografiadas de la capital gallega.


La sombra, que renace cuando cae la noche y se enciende el alumbrado de esta plaza -una de las cuatro que rodean a la Catedral-, se puede contemplar en la base de la Torre del reloj, junto a la Puerta Santa. Para muchos representa la imagen de un peregrino con indumentaria medieval, con sombrero y bordón. Sin embargo, su génesis, mucho más terrenal, se debe al reflejo creado por la iluminación nocturna de la basílica sobre un pilar de granito.


La imagen acumula un sinfín del leyendas. Hay quien cree que refleja el alma de un peregrino que se quedó para siempre en la Catedral. Para otros, recuerda la figura de un peregrino francés del siglo XV, Leonard du Revenant, hijo de un noble de París, sobre el que pesarían tres muertes y un triste destino.




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